"EL FANTASMA DE LA ÓPERA" (1989) Freddy Krueger va a la ópera

[RESEÑA] Una joven soprano cae bajo el hechizo de un compositor desfigurado quien, con tal de verla triunfar, no repara en asesinar a quien se le oponga.



No nos cansamos de repetir que la década de los ochenta fue una época muy buena para ser cinéfilo. Más aún si uno tenía una debilidad por el cine B, pues muchas joyas que ahora son consideradas de culto vieron la luz en aquellos años.

Habían productores dispuestos a arriesgar su plata con tal de financiar estos proyectos. Mientras más descabellados, mejor. Tal era el caso de los primos israelíes Menahem Golan y Yoram Globus, quienes gracias a su productora The Cannon Group, se convirtieron en los reyes del cine B.

Además de llevar al estrellato a Chuck Norris o Michael Dudikoff con pelis baratas de acción, también se dedicaron a producir proyectos de terror, comedias juveniles y musicales.

Cuando The Cannon Group cayó en bancarrota, los primos tomaron caminos separados y uno de ellos, Golan, fundó 21st. Century Film Corporation. Esta nueva productora siguió con la misma fórmula de hacer películas con el menor presupuesto posible pero que fueran capaces de lograr un impacto entre la audiencia.

En esta nueva etapa, Golan produjo un remake de la clásica "La noche de los muertos vivientes", y la película que hoy nos ocupa, "El fantasma de la ópera", cuyo mayor atractivo era la figura de su protagonista, Robert Englund, quien en ese entonces gozaba del favor de los cinéfilos con su saga de horror "Pesadilla en la calle Elm".

Aprovechando que los derechos de la novela gótica escrita por Gaston Leroux estaban en dominio público, Golan quiso hacer su propia versión por todo lo alto, filmando en Europa y con estrellas de renombre.

Pero como siempre sucedía, al final sólo logró contratar a Englund bajo la promesa de que el filme sería más exitoso que la saga de Freddy Krueger y dándole a la historia un enfoque mucho más horrorífico.

Además, el guión fue reescrito una y otra vez de tal manera que la acción no se desarrolla en la Ópera de París, sino en un teatro londinense y su protagonista no es una soprano francesa sino estadounidense. Todo porque la actriz principal, Jill Schoelen, no era capaz de imitar acento británico. Además, la historia empezaba en el Nueva York actual con las Torres Gemelas... (er...) de fondo.

DE LA TRAMA 

Christine Day (Schoelen) es una aspirante a estrella del bel canto que trata de conseguir una oportunidad en el circuito operístico neoyorquino.

Se entera que una compañía está haciendo audiciones y para impresionar a los productores le pide ayuda a su mejor amiga. 

Esta es una chica bibliotecaria, interpretada por una desconocida en ese entonces Molly Shanon, quien después de se dedicaría con éxito a participar en comedias.

Ambas encuentras una partitura original escrita por un misterioso compositor, Érick Destler (Englund), quien vivió en Londres y que se rumora, era además un asesino serial. 

Christine decide cantar un fragmento de la obra de Destler en la audición y todo va bien hasta que un accidente en el escenario la deja inconsciente. Ella regresa en el tiempo ¿? al Londres del siglo XIX y descubre que es una soprano que vive bajo la protección de un supuesto "ángel de la música".

Este ángel no es más que el fantasma que acecha en el teatro y que tiene una enfermiza obsesión con ella. Érick está desfigurado pues ha hecho un pacto con el diablo y se ve forzado a vivir entre las sombras. 

Cuando se ve en la necesidad de salir a la calle, debe confeccionarse una máscara, generalmente confeccionada con piel humana, que consigue de inocentes a quienes asesina de forma bastante sádica.

Cuando la soprano principal se niega a cederle el papel principal de una obra a Christina, el fantasma entra en acción cometiendo toda clase de actos violentos, con ta de ver triunfar al objeto de su obesión.

Con lo que no cuenta es que la chica es pretendida por Richard Dutton, uno de los nuevos dueños del teatro, así que prepara un plan para secuestrar a Christine y llevársela a la fuerza a las catacumbas donde vive y obligarla a vivir con él.

ASÍ LA VIMOS 
La verdad es que estamos ante una pobrísima adaptación del clásico de Leroux.

Los guionistas se tomaron algunas libertades... corrijo... bastantes libertades con la historia original.

En la novela, el fantasma no hace pacto con el diablo ni Christine es americana, mucho menos la acción ocurre en un teatro londinense. Ya con eso, la película tiene bastantes problemas para convencer al espectador de que se trata del fantasma de la ópera.

Sumémosle que por una razón desconocida decidieron cambiarle el apellido a los personajes. Además, optaron por eliminar el personaje de Raúl, interés amoroso de Christine y parte fundamental de la novela.

Pese a ello, los productores se esforzaron en dotar a la película de una atmósfera interesante, en parte gracias a la cuidadosa selección de locaciones. Budapest funciona muy bien como el Londres victoriano y su casa de ópera tiene una arquitectura hermosa. La fotografía nos evoca aquellas producciones góticas de los estudios Hammer.

Robert Englund vio una oportunidad en esta producción de salir del encasillamiento que empezaba a tener por su papel de Freddy Krueger, pero Menahem Golan, dispuesto a sacarle provecho, ordenó que el maquillaje del fantasma tuviera reminisencias de las quemaduras del buen Krueger, para complacer a la audiencia.

Englund hace un estupendo fantasma, aunque con una sicología muy diferente del personaje original, convirtiéndolo en un salvaje asesino serial. Y precisamente, si algo se le achacó en su momento a la película es de que era muy violenta.

Para ser proyectada, se debió rebajar el tono de los crímenes que incluyen un desollamiento vivo además de varias decapitaciones y empalamientos, todo en gloriosos primeros planos.

Además, la peli comete graves errores técnicos, como por ejemplo la desincronización de audio en los números operísticos. Resulta demasiado evidente que no es la actriz la que canta sino que intenta hacer lip sync de una ópera grabada previadmente. Esto se nota sobre todo durante la audición inicial de Christine en Nueva York.

¿Pueden creer que el hecho de ambientar el inicio de la película en la época actual era porque Golan tenía la idea de producir después "El fantasma de la ópera 2: Terror en Manhattan"? 

EN RESUMEN

• ¿Vale la pena verla? ¡Claro!. Si bien la película cuenta con demasiadas fallas técnicas, tiene cierta aura de candidez que la hace irresitible a todo cinéfilo delirante que se respete. 

Además, tiene todo el sello característico de los slasher tan de moda en los ochentas. ¡Nostalgia al cien!

• ¿Logra destacar Robert Englud en su papel? Desde luego, es la única perla en el apartado histriónico. Aunque no logró impedir que el maquillaje fuera muy diferente al de su alterego Freddy Krueger, se las arregló para ofrecer una buena actuación.

Pero eso no impidió que aceptara a participar en otra película producida por Golan, "Danza Macabra", que no es más que el fallido guión de "El Fantasma de la Ópera 2: Terror en Manhattan", reciclado.

• ¿Qué fue de la protagonista principal? Jill Schoelen tuvo un breve momento de gloria como scream queen de cine B pero su talento se diluyó en esporádicos episodios de diversas series de televisión. Actualmente está retirada.

Hace poco reseñamos otra versión de la historia hecha para la TV con las actuaciones de Maximilian Schell y la siempre guapa Jane Seymour (la Dra. Queen) que funciona mucho mejor. Pueden leer nuestra reseña acá.




¿Ya la vieron? ¿La verán? ¿Qué les pareció? Nos dará gusto saber su opinión.


Ficha técnica:
Nombre original: The Phantom of the Opera
Dirección: Dwight H. Little
Elenco: Robert Englund, Jill Schoelen, Alex Hyde-White, Bill Nighy
Año: 1989
Estudios: Metro-Goldwyn-Mayer/21st. Century Film Corporation
País de origen: Estados Unidos
Duración: 1h33m
Relación de aspecto: 1:85
Visionado: DVD Standard 2D






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